domingo, 14 de octubre de 2012

El amo y el esclavo


Algunas noches veo tu silueta insinuante sobre la palidez de mi cuerpo. En ella puedo sentir el calor de tu sombra, y el frío de tu aliento reposando sobre mi clavícula excitada de ti. Éxtasis, es lo que eres y en un arco te convertirás, preparándote para arrojar las flechas más ardientes al manzanero de tu alcoba. Mis manos cumplen con ofrecer servicios que tus piernas debaten, tu cabello oculta una transparente ansiedad -se estremece mi lengua-. Quiero desplazarme por tu cara; tu cuello brotado me indica que tu respiración está muy emancipada, déjame ahorrarla, presionar esa vía por la cual exhalas vida, déjame sentir que tu vida se agota lentamente bajo el espesor de mi codo.

Tus piernas llegan a un acuerdo, estoy seguro que el control de tu respiración tiene algo que ver. Esa mirada, cristal y café, como un mineral puro extraído de los confines de tu fertilidad. ¡Me encanta! Abandónate en mi mano que ha relevado a mi brazo, y ahora que el acceso a ti me ha sido permitido, sudemos: No puedo dejarte, me envicias, me tienes totalmente bajo tu falta de voluntad... Ahora entiendo porque el amo es dependiente de su esclavo…

Te estremeces mientras yo me tenso, la transpiración de mi cuerpo ha dejado caer unas cuantas gotas que marcan el camino hacia, lo que definitivamente, será mi perdición. ¿Cómo lo haces? ¿Cómo es posible que me domines con tanta sumisión? Estoy agotado, siento que has filtrado mi vitalidad, y en efecto… Eres mi compañera y te has quedado con lo mejor de mí; por otra parte, yo también deseaba dejarte eso.

Nos ha sorprendido la noche… Ahora, la pregunta que viene antes del compromiso es “¿Se repetirá?...”

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Soy estudiante de filosofía, pero la naturaleza no fue tan buena conmigo y no me ha provisto de una gran inteligencia, sin embargo me ha dotado de una gran voluntad para expresarme sin miedo a la retorica, bueno... Al menos no mucho.