miércoles, 30 de enero de 2013

Incluso.


Heme aquí, en la cima del mundo, y aun así sigo sintiéndome tan pequeño como todo lo que me muestra la vida. La brisa debería enfriar mis lagrimas, pero antes de botar la primera lagrima, creo que he de comenzar a llorar, aun así, estoy tan feliz de verme aquí tan pequeño y distante de todo.

Una voz amiga, esta vez real, me cuenta lo maravilloso de sus complejos aconteceres, incluso, el peso de sus palabras se vuelve ligero ante la naturaleza tan abrasiva y avasallante del fenómeno del vuelvo de esas aves de rapiña; la punta de sus alas dibujan una estela que se pierde, así como la estela de mi existencia, esa huella que dejó, se va perdiendo con el tiempo… Incluso, quizás igual que los bordes trazados por las alas de las aves, la marca de mi huella también ha de ser imaginaria. Cabe preguntarse si mi existencia también está bordada por alas negras.

Sigo aquí sentado. Un miedo, tan sutil como la brisa que aun no logra enfriar mis anheladas lagrimas, se mueve dentro de mí al caer en cuenta que estoy en una coordenada del plano que no conozco: esto ha de ser la insoportable pesadez del ser, Kundera. La preocupación, la angustia, el permitirse probar la tinta gris de los panoramas que ofrece el concreto, o ese color carne en vida que traslucen los cadáveres llamados “ciudadanos” ¿esto es lo que ha de hacerme sentir libre? ¿Cómo he de realizarme en esto? Opto por la felicidad del ignorante.

Ahora la brisa ha dejado de ser una caricia, ahora es frío, de ese que en repetidas ocasiones me ha quemado al dormir en la cama... mi cama.

Sigo viendo el paisaje y siquiera las aves de rapiña soportan este cambio; incluso ellas necesitan planear sobre corrientes cálidas, así como yo necesito caminar sobre un calor que me atraiga, pero que no me queme: esta es la búsqueda de la polilla, fea, marrón, molesta, insistente en obtener la llama de la vela que inevitablemente la matará, así como la puede matar otro insecto, un insecto quizás como el hombre, o un ser humano tan maravilloso e inocente como el niño que brinca sobre el pasto, hogar de millones de seres vivientes.

Heme aquí, en la cima del mundo, y aun así sigo sintiéndome tan pequeño como todo lo que me muestra la vida…

miércoles, 9 de enero de 2013

Gritos...


El ser humano es un compuesto tan complejo y pegadizo, que sinceramente me cuesta creer que los cuerpos tengan, en al menos un sentido, total correspondencia con la mente que los mueve. Es una absoluta maldición esta angustia que tenemos de privarnos de lo que quizás realmente no es nuestro, al menos de forma legítima.

Me asfixio en preocupaciones, angustias, desesperanza; huyo de mi, de ti y de la tercera persona; desconfío de mis ojos, de mi dermis, de mis receptores de sonido y hasta del gusto por las palabras. Esto es horrible, es una substancia viscosa y gris con miles de cuerpos bajo ella que te halan de las piernas y te quiebran las costras que tanto has intentado sanar desde que eres lo que eres; las he sanado desde que soy lo que soy… ¡Maldición!

¿Por qué siento que mi corazón se arruga? ¿Por qué demonios no puedo evitar empañar las paredes internas de estos pliegues que cubren mi alma que llora desconsoladamente? Tanto sentimiento, tanta emoción, tanta necesidad de libertad… No puedo cumplir con las exigencias de esta maldita humanidad. ¡Sí, maldita humanidad!  No me la puedo arrancar de la piel como aquellas voces hundidas pueden arrancar mis costras. Rasguño este cuerpo con la esperanza de poder rasgar la humanidad que me viste, pero solo consigo lacerarme, y con eso, consigo también hacer marcas memoriosas de mi soledad…

La humanidad que me viste me ha provisto de la peor condena… Sentir
La humanidad que me viste me ha dejado con la peor maldición… Ser individuo
Ser individuo me ha enseñado a entender una palabra que en mi mente no consigue antónimos… Distancia.

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Soy estudiante de filosofía, pero la naturaleza no fue tan buena conmigo y no me ha provisto de una gran inteligencia, sin embargo me ha dotado de una gran voluntad para expresarme sin miedo a la retorica, bueno... Al menos no mucho.