miércoles, 9 de enero de 2013

Gritos...


El ser humano es un compuesto tan complejo y pegadizo, que sinceramente me cuesta creer que los cuerpos tengan, en al menos un sentido, total correspondencia con la mente que los mueve. Es una absoluta maldición esta angustia que tenemos de privarnos de lo que quizás realmente no es nuestro, al menos de forma legítima.

Me asfixio en preocupaciones, angustias, desesperanza; huyo de mi, de ti y de la tercera persona; desconfío de mis ojos, de mi dermis, de mis receptores de sonido y hasta del gusto por las palabras. Esto es horrible, es una substancia viscosa y gris con miles de cuerpos bajo ella que te halan de las piernas y te quiebran las costras que tanto has intentado sanar desde que eres lo que eres; las he sanado desde que soy lo que soy… ¡Maldición!

¿Por qué siento que mi corazón se arruga? ¿Por qué demonios no puedo evitar empañar las paredes internas de estos pliegues que cubren mi alma que llora desconsoladamente? Tanto sentimiento, tanta emoción, tanta necesidad de libertad… No puedo cumplir con las exigencias de esta maldita humanidad. ¡Sí, maldita humanidad!  No me la puedo arrancar de la piel como aquellas voces hundidas pueden arrancar mis costras. Rasguño este cuerpo con la esperanza de poder rasgar la humanidad que me viste, pero solo consigo lacerarme, y con eso, consigo también hacer marcas memoriosas de mi soledad…

La humanidad que me viste me ha provisto de la peor condena… Sentir
La humanidad que me viste me ha dejado con la peor maldición… Ser individuo
Ser individuo me ha enseñado a entender una palabra que en mi mente no consigue antónimos… Distancia.

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Soy estudiante de filosofía, pero la naturaleza no fue tan buena conmigo y no me ha provisto de una gran inteligencia, sin embargo me ha dotado de una gran voluntad para expresarme sin miedo a la retorica, bueno... Al menos no mucho.